Solo tenía 11 años cuando cayó el muro de Berlín, pero lo recuerdo. Recuerdo no entenderlo, ¿qué pintaba ahí ese muro?, ¿qué era la guerra fría por la que se levantó?, ¿cómo era posible que una simple pared separara dos mundos tan distintos entre personas realmente tan cercanas como de mismas familias?. Lo cierto es que no he cambiado tanto en estos años, me gustaría tener 11 para no entenderlo, para sorprenderme y creer que hay un por qué, para no sentir la rabia e impotencia al ver que se construyen más paredes, para no tener que pensar en qué hay que hacer para tirarlas.
Hoy en oriente y occidente se está permitiendo construir más tapias, hoy hay quien se permite decir si una persona es legal o no, y no solo decimos quién nos gusta y quién no, si no que por guerras y religiones absurdas, o por mantener la opresión de muchos para garantizar la riqueza y bienestar de pocos, nos permitimos no dar la oportunidad de sobrevivir a personas y solucionar los problemas con una pared.
¿Y si se pusiera de moda? Empecemos separando países y hermanos, empecemos levantando un nuevo muro en la frontera entre México y EE.UU. y luego separemos cada país, cada región, cada pueblo, cada casa, cada habitación. Para esto como diría Paco, mejor borramos las líneas del mapa y nos vamos todos a vivir a Plutón.
Lo peor es que hay niños de 11 años que sí que saben cómo son los muros.
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