Un día muy triste y muy duro. El domingo estuvimos hablando, te dolía un poco la garganta y tenías falta de apetito, pero “habrá que obligarse un poco hija”. “¿Cómo llamas tú ahora?” era tu respuesta al descolgar el teléfono y decirte “¿abuela?”. Que ya ha cambiado todo, que lo que venga al día siguiente será distinto por mucho tiempo es algo de lo que vamos siendo conscientes poco a poco en este encierro, que de repente ya no estés apenas nos ha dado tiempo a hacernos a la idea. Supongo que es aquí donde uno viene a contarlo ante la ausencia de otras despidas, las personas no estamos preparadas para no tener duelo. El virus ya se había manifestado con más gente en el pueblo, el lunes empezó a costarle respirar, nos dijeron que se la llevaban al hospital, pero finalmente la trataron allí mismo. El martes por la noche nos avisaron de que no había más que hacer que prepararla y prepararnos, la mañana del miércoles fue eterna, llamar y llamar sin obtener respuesta. A las 14h sonó el
Cuando uno se mueve en el escenario de lo menos malo, es posible que ninguna decisión sea la correcta. Es cuando argumentos, debate, explicación, valoración de pros y contras deberían ser más importantes. Y esto con seguridad no ha sido así, reflexiones mezcladas con procesos orgánicos de autoafirmación, con apelativos a bandos y otros enredos, han generado tal ruido alrededor que a cada intento de aportar algo de cordura ha seguido una retahila de descalificaciones perjuiciosas. Nada de lo acontecido ha sido satisfactorio. Y ahora, tras regalarle a Rajoy un año de Gobierno en funciones con una mayoría absoluta simulada que ya no tenía, ha finalizado el bloqueo y arrancado la legislatura, ya no caben más excusas. Es el momento en el que hemos de demostrar el valor de las instituciones democráticas, de ser capaces de constuir una oposición realmente útil y determinante, desde y con la izquierda, sumando las mayorías necesarias, poniendo a prueba la alternativa real. No estoy pidie