“Hoy tiene que haber muchos votantes socialistas tristes” afirmaba ayer Pablo Iglesias tras quedar fuera Podemos de la Mesa de la Diputación Permanente al no participar en la negociación.
A ver cómo lo digo muy educadamente… así, en general, no quiero quitarle ni un grado de importancia a la Mesa de la Diputación Permanente, pero seamos sinceros, tampoco nos quita el sueño, es más, me atrevería a afirmar que es un mal que padecemos los votantes de muchos partidos, sin que eso represente ninguna mezcolanza ideológica.
Es posible que estos días hayan tenido muchos momentos tristes para los votantes socialistas, fue triste aquella primera rueda de prensa de Pablo Iglesias reclamando una estructura de Gobierno con él como Vicepresidente y todo tipo de exigencias, a la vez que se faltaba al respecto al conjunto de los votantes socialistas. Fue triste que Pablo Iglesias no se sentara a negociar un proyecto de cambio para sumar una mayoría en el Parlamento. Fue triste que la primera vez que se sentó, no pasaron ni 24h para volverse a levantar dando por rotas las posibilidades de acuerdo. Fue triste que tras sentarse de nuevo, no pasaran ni esas horas, ni esperara a ver respondidas sus propuestas para volver a romper. Es triste, muy triste, que el mismo día que Pablo Iglesias decide afirmar que los votantes socialistas estamos tristes, lo haga por la ausencia de su Partido en la Mesa de la Diputación Permanente, y no porque justo se cumplieran 4 años de la desuniversalización de la sanidad pública en España, esa media que permitió, por ejemplo, que Alpha Pam no tuviera posibilidad de curarse de una tuberculosis siendo un trabajador en España.
Sin duda ha habido muchos otros momentos tristes, pero no osaré a señalarlos restándole a Pablo Iglesias sus ansias de inventor de la democracia.
Tristes guerras.
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