Dos noticias sobre las patentes de medicamentos aparecidas en los medios de comunicación en estos días han de hacernos pensar.
Una ha sido la decisión del Gobierno de Tailandia de autorizar la producción de un medicamento genérico contra el Sida, evitando así que las patentes médicas impidan el acceso a estos medicamentos a las miles de personas que precisan de él en este país, y que por los exagerados beneficios que las compañías farmacéuticas obtienen o por las dificultades en el suministro, se ven privadas de poder acceder a él, y por tanto condenadas a no salir de la enfermedad.
Algo similar, aunque diferente, está sucediendo con la gripe aviar. Uno de los países más afectados por la enfermedad, ha decidido facilitar las muestras de los casos a una compañía farmacéutica, con la condición de que en el caso de que se halle un tratamiento, los ciudadanos de su país puedan acceder a él, impidiendo el acceso a esta valiosa información a otras que pudieran investigar para la obtención de un medicamento o vacuna de la enfermedad.
Algo no funciona en el sistema, hay patentes para que las empresas puedan obtener beneficios y dedicarse a la investigación para así poder combatir enfermedades, pero a la vez esas patentes impiden el uso de estos medicamentos patentados a aquellos expuestos a la enfermedad y sin recursos suficientes.
Muchas veces pensamos que estos problemas nos quedan un poco lejos como para que nos dediquemos a ellos y que ya se encargará alguien, pero todo está cerca en un mundo en el que las enfermedades desde luego no conocen fronteras, aunque al parecer sí saben de dinero.
Mientras que de verdad no posibilitemos que todos puedan contar con los mismos medios, bienvenidas sean las iniciativas como las del Gobierno de Tailandia, aunque estas sin querer, nos expongan también a perder nuestro bienestar al impedir que obtengan beneficios quienes pueden seguir fabricando productos para tratar las molestias de quiénes tenemos la suerte de residir en países más ricos.
La cooperación no solo consiste en ayudar a que los países y personas con menos posibilidades puedan desarrollarse, también tiene que ver con hacer cambiar las normas y reglas de juego, establecidas por unos pocos, que generan enormes injusticias.
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