El sábado pasado, después de un intenso trabajo, los y las compañeras de las Juventudes Socialistas de Cáceres entregaron los Premios de Memoria Histórica Luis Romero Solano. Estos Premios, como otros cuántos aunque no tantos como debieran, son una buena oportunidad para reconocer aquellos lugares y personas que tuvieron un protagonismo especial, muchas veces a cambio de sus vidas, para que hoy podamos vivir en democracia.
Siempre que desde los partidos o colectivos de izquierda se hace un acto de estas características hay quien rápidamente reacciona con insultos y acusaciones del tipo de que miramos al pasado para no mirar al presente ni al futuro, o que no nos dedicamos a otra cosa que a contar las batallas del abuelo. Y parte es cierta, con orgullo tras la entrega de los premios tuve la suerte de poder conversar con mis abuelos sobre sus recuerdos de ese tiempo que no debiera reeditarse jamás, de aquellas personas que dieron parte o toda su vida por la libertad y hemos dejado demasiado tiempo en el olvido, de aquellos lugares que hoy miramos sin conocer que fueron escenario de venganzas... Tras cualquier conflicto, de guerra o terrorismo solo tenemos libertad para mirar al futuros si somos capaces de poder hacerlo con la conciencia tranquila sobre el pasado, sigue siendo imprescindible que las víctimas de la guerra en España, como las de otras partes del mundo, como las víctimas de otras barbaridades como el terrorismo puedan tener VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN.
No nos avergonzamos, mirar al pasado es imprescindible para no repetir errores, en conflictos o en otras cuestiones, ¿qué sentido tendría ahora que repitiéramos el modelo económico mundial que nos ha llevado a una crisis que en el futuro sería doblemente perjudicial?
Si de democracia iba esto también, deberíamos estos días pararnos a pensar sobre su significado, sobre dónde hemos llegado desde entonces hasta ahora, sobre qué valoración hace la gente sobre las instituciones y la forma de gobierno y por qué, y también sobre por qué cuando se atenta, con la falsa excusa de un ahorro económico, sobre los espacios que nos permiten que sigan existiendo garantías democráticas como los Consejos de Juventud o de la Mujer, sean tan lentas las reacciones.
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